Acaba de pasar el día de los muertos. Fecha que durante muchísimos años pasé por alto. Nunca le di importancia…y cuando empecé a reconocer la belleza de estos rituales mexicanos que se empezaron a volver populares hace unos años, no pasaba más allá de un “que lindo” y hasta ahí llegaba.

Debo decir que solo llevo dos años dedicando un espacio/tiempo consciente en esta fecha para ellxs, y la experiencia me ha hecho preguntarme ¿por qué tardé tanto? ¿Cuándo olvidé algo tan esencial? ¿Cómo me perdí de la inmensa bendición que es darme un tiempo consciente para sentirles, honrarles y celebrarles?

Siempre imagino nuestra propia vida como un inmenso mandala tejido, donde cada hilo debe estar en su punto exacto de tensión… como decimos en Colombia “ni muy muy…ni tan tan” ni muy flojo ni muy tenso. El tono perfecto para crear la armonía. Y me imagino en este tejido los hilos que nos constituyen: los de nuestro cuerpo y su salud, los de la familia, los de la pareja, los del trabajo, etc… la larga práctica en la lectura del tarot me ha hecho darme cuenta de que si hay un hilo flojo en un área de la vida, las otras áreas se ven afectadas, que somos un todo integrado y un solo hilo afecta el todo.

Estos días he tenido la profunda sensación de que los hilos que bordean el mandala, los que contienen el todo, son los hilos de lxs ancestrxs. Y que mantener estos hilos en su perfecto estado de tensión para sostener con fuerza y contener con dulzura todos tus hilos implica cuidarles, atenderles, escucharles, honrarles.